lunes, 29 de noviembre de 2010

Sabe a cenizas

Recuerdo que eran eso de las tres de la madrugada y que a nuestros cuerpos los empujaba el alcohol, ella apretaba con fuerza media mis manos y yo me enamoraba de su forma que se traducia en mi cerebro como una mujer bonita con un cuerpo digno del buen sexo. Estabamos ahi sentados en una banca blanca afuera de un estudio fotografico; en la avenida transitaban los pocos carros que le restan a la noche. Yo me sujetè de su boca tendiendo mis brazos sobre su rostro y mis labios pegados y fundidos en su lengua que de cerveza se derretia en mi paladar menguo. Recuerdo pues que esa madrugada se transformò en una foto inmortal y que esa banca o mesa blanca se quedò ahi como un icono de amor que improviza y se desliza. Fue mi lugar preferido desde ese entonces.

Recuerdo pues que el otro dia pasè por ahi, por el estudio fotografico y esa mesita ya no estaba. Mis ojos disimularon y mis memoria se trabò. Recuerdo que quisè llorar porque era lo unico tangible que me quedò de ti. Recuerdo que no hay nada. ¿Tu te acuerdas?

1 comentario:

Zabioloco dijo...

Uh , esa mesita...


A veces los objetos, o las cicatrices. A veces nada queda
(pregúntele a Cerati)